Nadia estaba feliz con su pareja, de pronto se quedó paralizada. Sintió un fuerte hueco en su corazón. Era una extraña sensación de vacío que la dejó paralizada. No sabía qué decir, de pronto todo delante de ella desapareció y en su lugar aparecieron sombras terroríficas. Que dibujaban extrañas figuras en la pared.
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¿Qué es el Miedo?
Todos hemos sentido alguna vez en nuestra vida, que se corta la respiración, y nos quedamos rígidos. El miedo nos aleja de nuestro sentido común, nos impide tener la cabeza fría cuando más lo necesitamos.
El miedo es un sistema de alarma que nuestro cerebro activa cuando detecta una posible amenaza.Si una amenaza es poco concreta e ineludible, se habla de ansiedad. Y el miedo se trata de una respuesta útil y adaptativa que conlleva cambios en la fisiología, los pensamientos y el comportamiento.
Nadia observó un gesto dubitativo en su pareja, cuando le preguntó si la quería. Él se quedó callado y en lugar de responderle. Le dijo que ella sabía la respuesta. Enseguida, vino a su mente que en cualquier momento él la dejaría y se quedaría sola y rota por dentro.
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Sin el instinto natural del miedo, la especie humana no hubiera sobrevivido a lo largo del tiempo. Pero en nuestro mundo actual se teme a cosas o situaciones, que no deberían despertar ese sentimiento.
La consecuencia natural ante el miedo es la huida ante el peligro. Esto ha permitido a nuestros ancestros sobrevivir.
Cuando una persona se encuentra en una situación amenazante, se activa la reacción de lucha/huida, un programa de conducta arcaico. El cerebro segrega adrenalina (hormona de la acción), con lo que aumentan la frecuencia cardiaca y la temperatura corporal. Los músculos se ponen en tensión y respiramos con mayor rapidez.
Todo el cuerpo se encuentra en un estado de alerta para reaccionar de manera rápida en caso necesario. Según la situación, la respuesta puede ser de enfrentamiento o escapada. El efecto de la adrenalina es de corta duración. Existen otras hormonas, como el cortisol, que activan el metabolismo, con lo que el cuerpo dispone de energía durante más tiempo.
¿De dónde viene este miedo?
Muchos de nuestros miedos derivan de nuestra fuerza imaginativa. Exageramos los posibles peligros y nos quedamos paralizados.
El miedo se origina en nuestro cerebro límbico, específicamente en la amígdala, la ínsula, la corteza cingulada anterior dorsal y la corteza prefrontal. Y permanece inactivo hasta que a la menor señal se dispara y se activa. Es como una especie de sistema de alarma, que activa tu cuerpo para protegerte.
- La Amígdala envía una señal de alerta a la ínsula
- La ínsula recibe el mensaje y activa las respuestas fisiológicas
- La corteza cingulada anterior dorsal nos ayuda a centrarnos en el peligro
- La corteza prefrontal dorsolateral es la responsable de ofrecer soluciones cognitivas para la situación. Por ejemplo, salir corriendo, pedir ayuda, etc.
Ese sería el funcionamiento normal, pero el problema surge cuando este mecanismo natural deja de funcionar de manera óptima. Es decir, cuando la ínsula integra información visual, fisiológica y cognitiva sobre un estímulo que no debería generar temor. Entonces el miedo, se convierte en un problema.
Es decir, lo que nos asusta de una situación no es tanto lo que hay en esa realidad sino lo que nosotros vemos en ella. Empezamos a querer huir o a anticiparnos a un posible peligro “irreal”, que puede llegar a ser patológico.
Estudios han demostrado que el miedo es algo hereditario. Es decir, por aprendizaje vicario. No hace falta que la persona tenga contacto directo con el estímulo al que tienen miedo. Basta con observar esta reacción en una persona que tenga de referencia.
En ese momento, le vinieron a Nadia las imágenes de su madre sufriendo porque su marido la había dejado. A partir de allí su madre cayó en una fuerte depresión, porque se había hecho realidad lo que ella siempre se había imaginado, que su marido la engañaba y la dejaría por otra.
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Posibles desencadenantes del miedo serían los acontecimientos que desempeñaron un papel importante en nuestro pasado, y no solo a nivel personal sino también por la historia de nuestra estirpe.
Nos asustamos ante aquello que nos han enseñado a temer. Si por ejemplo, observamos a nuestros padres asustarse ante algo, es probable que ese comportamiento se perpetúe en nosotros. Y en nuestras generaciones posteriores.
Si cualquiera de los padres tiene algún miedo en especial, los hijos corren un alto riesgo de presentarlo también. Probablemente, se debe a un gen y a las experiencias de la primera infancia.
Se aprende de los padres a reaccionar con precaución o miedo y a contar con lo peor. También se pueden adquirir en el hogar paterno las deficiencias por ejemplo, en la competencia social.
Además, en muchos casos, las personas con fobia social estuvieron separados de sus padres por más tiempo que otros niños.
¿Cómo afecta el miedo en tu vida?
El miedo disminuye nuestra alegría y nos inhibe la capacidad para explorar, frenando nuestra iniciativa y capacidad de aventurarse.
El miedo puede ser un mal consejero que te conduce en la dirección equivocada. Los sentimientos suelen dirigir tus comportamientos y actitudes. Te creas una realidad alternativa que sólo existe en tu mente y a partir de allí, buscas indicios que corroboren lo que estás imaginando.
Y una gran cantidad de cortisol se dispara en todo tu cuerpo, generando un estado de estrés constante en todo tu organismo. Robándote la paz y la tranquilidad.
Lo peor del miedo es la sensación de pérdida de control, que puede llevarte a trastornos más intensos.
¿Cómo superar el miedo?
Hay que dirigir nuestra energía mental para distinguir entre los peligros reales y el temor exagerado y, en consecuencia, tomar las decisiones adecuadas.
La tarea más dura que hay que resolver son los supuestos básicos de unas expectativas distorsionadas. En la mayoría de los casos se han originado en la infancia y se han consolidado a lo largo de toda la vida.
Nadia abrazó a su pareja amorosamente y le dijo: “Cariño en este momento sentí pánico. Porque cuando te sentí dubitativo, me vino a la mente la historia de mis padres. Te quiero.” Tomó consciencia de dónde venía su miedo y de que no tenía que ver con su pareja, sino con su historia.
Final feliz…
Con Nadia has podido ver de manera seccionada, lo que pasa cuando se dispara el mecanismo del miedo. Y no siempre somos tan conscientes como ella. La mayoría de las veces, nos dejamos llevar por esa parálisis y atacamos, reclamamos o incluso llegamos a terminar una relación. Por el miedo.
Para salir del miedo es necesario:
- Corregir la imagen negativa de la situación y observar la fantasía de lo que te estás imaginando
- Mirar con perspectiva la situación, quitándole toda la carga negativa
- Cuestionar la realidad de la percepción
- Contarte una historia diferente
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Artículo escrito por Luz Rodríguez